Carne de sandía y burbujas de jabón para un menú insólito
AFP - lunes, 18 de febrero, 13.43
DEAUVILLE, Francia (AFP) - Cuando los chefs conjugan talento culinario y espíritu chistoso, la cocina se transforma de manera sorprendente: el salsifí se convierte en tapón de corcho, la sandía en carne de buey, y burbujas de jabón se instalan en los platos que, a su vez, transmiten mensajes al teléfono móvil del comensal.
Varios chefs presentaron estos platos de apariencia engañosa en la tercera edición del Omnivore Food Festival (OFF), festival gastronómico que se desarrolló en el balneario normando de Deauville esta semana.
El español Andoni Luis Aduriz, chef del restaurante Mugaritz de Rentería (Guipúzcoa), propone finas tajadas de una carne roja entreverada, acompañada de vinagreta y un poco de acederas. El público queda estupefacto cuando el chef revela, al terminar su demostración culinaria, que se trata en realidad de sandía que, tras diversas manipulaciones, se asemeja a un bistec como una gota de agua a otra.
En otro plato se encuentra un jabón rodeado de burbujas. "El mundo de los cosméticos entra cada vez más en el de la gastronomía", estima Aduriz. "En los champúes, hay cada vez más ingredientes de cocina, como la miel, la avena, la manzana". Era simple adoptar la misma idea en sentido contrario: "hacer entrar la gastronomía en el mundo de los cosméticos".
El chef propone pues un plato a base de leche de avena y de arroz con agregado de gelatina y moldeado como un jabón. Para crear las burbujas, que no estallan inmediatamente, fue necesario "un año de trabajo con un ingeniero". Cuando se prueban esas "pompas de jabón", el gusto es de miel.
Otro toque de humor es un pedazo de carne achicharrada, negra como el carbón, servida sobre una base de "colines que tienen la forma de sarmientos". De hecho, la carne por dentro es rosa. El color negro es el resultado de una tintura vegetal. Estos platos "no quedarán en los anales de la gastronomía", el objetivo "es divertirnos", afirma Andoni Luis Aduriz.
El japonés Seiji Yamamoto, chef del restaurante Ryugin de Tokio, lleva también lejos el juego del chiste gastronómico, proponiendo, por ejemplo una "sopa Château Ryu Gin 197O", elaborada con patatas, almejas y remolachas y presentada como un vino, dentro de una botella etiquetada y tapada con un tapón de salsifí, que lleva, como los tapones de corcho, grabado el nombre del caldo, "Château Ryu Gin 1970".
Grandes platos blancos se adornan con dibujos cifrados, que los clientes pueden leer con sus teléfonos móviles.
En otro registro, el chef francés Philippe Hardy y su esposa, Nadia, del restaurante Le Mascaret de Blainville-sur-mer (norte de Francia), invitan a una experiencia culinaria dirigida no sólo al gusto, sino a todos los sentidos. "Oigo, veo, huelo, me acuerdo, pruebo, comprendo..." Durante la experiencia, textos preparados por psicólogos y declamados por una voz tranquilizadora acompañan la degustación.
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